Existen especies animales que por su esquivo y tímido comportamiento o por lo inaccesible de sus hábitats, siguen representando todo un misterio en sí mismas.

Eso da pie también a que a algunos de esos bastante desconocidos animales se les haya incorporado al imaginario colectivo, otorgándoles características o capacidades que entran de lleno en lo legendario.

Es el caso por ejemplo del pez que protagoniza esta entrada y que desde luego es un gran desconocido, siendo ambas palabras de perfecta aplicación pues desconocemos la mayoría de sus costumbres a pesar de no ser ni mucho menos un animal pequeño.

Se trata del pez remo gigante (Regalecus glesne), también denominado rey de los arenques, posiblemente el animal más singular del orden de los lampriformes.

Tiene una característica forma de cinta aplanada y es el más largo de todos los peces óseos pues se han registrado ejemplares de más de once metros de longitud y existen reportes que hablan de avistamientos de ejemplares que pudieran acercarse a los veinte metros.

Siendo su color general blanco uniforme, presenta una llamativa aleta dorsal de color rojizo a lo largo de toda la parte superior del cuerpo, que se convierte en una especie de cresta en la cabeza. Esa gran aleta parece que le sirve para desplazarse a la manera serpentiforme.

Este hecho, junto con su gran longitud y cuerpo estilizado, también ha producido que en ocasiones sea confundido con serpientes marinas.

Es un pez cuyo hábitat se encuentra en la zona pelágica, generalmente en zonas bastante profundas, de ahí que para los científicos haya sido siempre difícil poder documentar sus costumbres y estilo de vida.

Sí se sabe que tiene tendencias nocturnas, siendo el krill la base de su alimentación junto a otros pequeños peces y crustáceos.

Se sospecha que se junta con otros ejemplares durante la época de reproducción, mientras se cree que el resto del tiempo lleva una vida solitaria.

Pero lo cierto es que en general, el pez remo es un desconocido misterio que presenta cantidad de interrogantes a los científicos. Esos datos puramente biológicos y etológicos, los seguiremos dejando aquí a la responsabilidad y divulgación de los biólogos marinos, para centrarnos en otra vertiente.

Me quiero referir aquí a otro nombre familiar con el que este pez es conocido en diversas partes a lo largo y ancho de los mares ya sea por ejemplo en las costas de Japón o en las de México. Por dichas zonas tan dispares, este animal recibe el inquietante sobrenombre de “pez del fin del mundo”.

La tradición que hace que se le llame así viene del Japón antiguo, lugar en el que también recibe otro nombre singular como el de “mensajero del palacio del mar”.

Se cree de esta forma que estos peces abandonan sus aguas profundas para acercarse a zonas costeras como heraldos de los dioses marinos, con el fin de avisar a los humanos cuando se acerca alguna catástrofe natural como un terremoto o un tsunami.

Como además, cuando aparece no es raro que acabe muriendo en la playa, se dice incluso que el animal es capaz de sacrificarse para ser mejor visto por los humanos en la orilla y así transmitir con más claridad su mensaje.

Este pensamiento que procede de la cultura popular, curiosamente ha venido acompañado de observaciones más recientes que de algún modo parecerían confirmar esta creencia.

Por ejemplo, en 2011 cuando se produjeron aquellas devastadoras inundaciones en Japón, fueron avistados varios peces remo en aguas someras en los días y horas anteriores, en puntos en los que o bien nunca se habían visto o llevaban años sin ver uno.

Es quizá por eso, que la reciente aparición de otro ejemplar en aguas de México, concretamente en la playa El Quemado, de Baja California ha levantado la alarma de los habitantes de la zona, por lo que pudiera implicar, hasta el punto de que organismos oficiales han tenido que salir al paso para informar de que no hay indicios de ningún evento catastrófico previsto a corto plazo.

La ciencia indica que habitando en aguas profundas, no lejos de los lechos marinos, es posible que el pez, como muchos otros animales, sea capaz de detectar vibraciones, ondas, o cambios magnéticos, que indiquen determinados fenómenos y huya hacia arriba o quede desorientado y por ello termine en aguas en las que no suele aparecer.

En cuanto a los ejemplares que aparecen varados, se piensa que quizá precisamente suban a la superficie cuando están ya muy enfermos o próximos a morir.

En cualquier caso, tratándose de este pez, hasta los datos científicos son en su mayoría puras teorías pues al ser sumamente difícil de estudiar no hay demasiados hechos contrastados, de manera que muchos prefieren seguir fiándose de las antiguas tradiciones y por si acaso estar ojo avizor ante la aparición del mensajero del palacio del mar.

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