Momias animales

Muchos han oído hablar por ejemplo de su devoción por los gatos, o de como otros animales adicionales tenían también su correspondencia como dioses, caso del halcón o el cocodrilo, entre varios.

Pero hay especies en ese listado que posiblemente no nos vendrían a la cabeza de primeras y sin embargo ahí estaban.

Son relaciones sorprendentes, de cuando nosotros estábamos más en armonía con el mundo natural, aprovechando sus recursos de una manera más sensata y agradeciendo siempre sus dones.

A lo largo de los años y de las innumerables excavaciones realizadas por los arqueólogos, todos ellos han ido contando su historia a través de unas figuras que quizá también en principio se asociaban solo a los humanos, como son sus momias.

Sí, los egipcios no solo momificaban a los humanos sino que también lo hacían con gran cantidad de animales, que de la misma forma han ido encontrando.

Incluso realizaban también enterramientos ceremoniales para ellos, en tumbas especiales, como recuerdo y consideración y en muchos casos también para que acompañaran a los humanos en su viaje al otro lado, pues no pocas veces han aparecido junto a ellos.

Son de hecho hallazgos tan numerosos, literalmente miles y miles, que han ido surgiendo expertos en la denominada zooarqueología, que se ocupa precisamente de estudiar los restos animales del pasado.

En este caso y como muestra de cómo los egipcios consideraban a todos esos animales tan dignos como ellos mismos de hacer una buena travesía, he aquí una pequeñísima y muy  somera relación de algunas momias encontradas a  lo largo del tiempo.

Gacela.

Se supone que llegó a ser la mascota de una mujer de la realeza en cuya tumba, fechada sobre el 945 a,C., fue encontrada preparada con tanto mimo como lo hicieron con su amiga humana.

Ibis.

Estas aves también estaban en muy alta consideración con su propio dios, Thoth. En este envoltorio de lino, se encontraba el cuerpo de una de ellas.

Ibis.

Otra momia diferente, algo más elaborada. Aunque no se aprecia bien en la imagen, la cabeza y el largo pico característico del ave, estaban elaboradas con yeso y se incluían cuentas de cristal para los ojos.

Halcón.

No podía faltar, aunque en este caso dentro de la momia tan solo quedaban unos huesos en mal estado, que tampoco permitieron la identificación de la especie exacta.

Babuino.

Los sacerdotes le cuidaron en vida y fue venerado después, en el altar en el que se halló, dentro de las catacumbas de Tuna el-Gebel.

Gato.

Hallados momificados en numerosas ocasiones, aquí se nos muestran dos tipos de momificaciones.

La máscara y vendas de la izquierda contenían la momia de un gato adulto y procede del yacimiento de Istabl Antar, en donde se han hallado miles de animales momificados.

Por su parte, el sarcófago hecho de madera, pero pintado y encalado de forma que pareciera de piedra caliza, contenía en realidad la momia de un pequeño gatito, como se puede apreciar en la radiografía de la segunda fotografía.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Musaraña.

Animales tan aparentemente inapreciables, también contaban para los egipcios. Esta caja de piedra con su efigie, contenía a una de ellas.

Vaca y buey.

Los bueyes eran también animales sagrados y se conserva un lugar que se dedicaba específicamente a embalsamarlos, la casa de los bueyes de Apis, cerca de Mit Rahina. Por extensión hasta sus madres vacas también eran momificadas, como podemos ver en la imagen siguiente.

Perro.

También los canes recibían un tratamiento considerado y solían acompañar a sus dueños humanos. Este probablemente llegó a pertenecer a un faraón, puesto que fue encontrado en el Valle de los Reyes.

Sirvan estos pocos ejemplos, pero el listado de animales encontrados en alguna ocasión momificados es realmente espectacular, desde peces a escarabajos, pasando por carneros o leones

Además, aparte de los propios cuerpos de los animales en sí mismos, han resultado extraordinariamente abundantes las llamadas momias votivas, que por así decirlo eran como simulacros hechos en honor de algún animal y de diversos materiales, pero sin contener sus cuerpos. Aquí tenemos dos ejemplos, de un cocodrilo y un ibis.

Y como ya indiqué también abundan los simples cementerios o enterramientos para animales, en este caso sin momificar, en los que se encuentran gran cantidad de animales.

Uno especialmente relevante fue el hallado en 1888 en las arenas de Istabl Antar. Allí se encontró una increíble fosa común para gatos, pero no unos pocos. Ni siquiera unas decenas.

Según contaron las crónicas de la época, se fueron descubriendo hasta 20 capas de cadáveres, por lo que se calculó que ese cementerio llevaba en uso muchos, muchos años. Algunos felinos estaban envueltos en vendas y otros hasta habían sido provistos de máscaras de oro.

Calcularon que allí había cientos de miles de ejemplares, restos que en aquellos tiempos fueron vendidos, los mejor conservados para museos, turistas y gente pudiente y el resto se vendió directamente al peso como fertilizante, cuentan que un barco inglés cargó 17 toneladas, lo que serían como unos 180.000 animales.

En aquellas primeras décadas de arqueología, de finales del siglo XIX y principios del XX, cierto es que se perseguían más los grandes y valiosos descubrimientos, por lo que en principio a los hallazgos animales no se les hacía mucho caso y eran más bien un estorbo.

Seguro que muchos fueron destruidos entonces, pero si con todo y con eso, la cantidad de momias, objetos votivos y huesos que ha llegado hasta nuestros días es tan colosal, no cabe duda del valor y la consideración en la que tenían a los animales de su entorno los antiguos egipcios y la importancia que les daban.

Hoy en día, la impresionante colección de momias de animales y objetos relacionados, del Museo Nacional de El Cairo, es sin duda una de las más visitadas y apreciadas por el público de todo el mundo.