Los 22 de York
En esta entrada de hoy, quiero comentaros un hecho que me parece curioso y simpático a la vez.
Para ponernos en situación hemos de emprender un corto viaje hasta la no muy lejana Gran Bretaña. Allí, en tierras inglesas podemos encontrar la ciudad de York.
Ciertamente conocida, esta localidad presenta sin embargo, una curiosa característica que hasta hace no mucho no era tan popular fuera del país.
Hablo de su curiosa relación con el gato doméstico, que tiene su máximo y cada vez más turístico exponente en los que podríamos llamar los “22” de York.
¿Y quiénes son esos 22? Pues veréis, según algunas fuentes podríamos empezar hablando de las plagas y enfermedades que asolaron Europa en la época medieval.
Parece ser que en un momento indeterminado, alguien tuvo la feliz idea de colocar una figura de un gato cerca de sus reservas de alimento, logrando así que ratas y ratones las respetaran.
Con el tiempo otros vecinos copiaron la idea y aumentó la población de gatos pétreos, que también comenzaron a cumplir un rol de protectores contra los malos espíritus y atrayentes de la buena suerte.
Sin embargo con el paso de los años, los altibajos se fueron sucediendo, en el sentido de que efectivamente algunos gatos nuevos se colocaban, pero también otros se rompían o destruían sin ser ya repuestos, con lo que en la práctica el número de efigies mininas no crecía.
Finalmente, con todas las generaciones originales desaparecidas, otro habitante anónimo de York decidió, a principios del pasado siglo XX, retomar la vieja costumbre, haciendo esculpir dos nuevas figuras gatunas que colocó en la ribera del río con el fin de frenar la expansión de roedores por la zona.
Esas figuras se mantuvieron con más o menos deterioros, hasta que en los primeros años de la década de 1980 el arquitecto local y estudioso de la historia y tradiciones de la ciudad, Tom Adams, decidió dar una nueva vida a la tradición gatuna tan ligada a York.
Para ello, encargó al escultor Jonathan Newdick que creara varias nuevas figuras inspiradas en las que mencionaban las crónicas antiguas.
Posteriormente y con el beneplácito de autoridades y vecinos, redistribuyó los mininos tomando los lugares de referencia históricos como punto de partida y aprovechando edificios del casco antiguo que él mismo había rehabilitado.
Algunos comerciantes y propietarios se unieron a la idea y añadieron otras figuras a la colección, hasta llegar al punto actual en el que podemos contemplar estratégicamente repartidos por el casco antiguo de York, a los 22 gatos censados actualmente.
Tales figuras se han convertido hoy en día en un reclamo turístico de primer orden para la ciudad y la gente rivaliza por encontrarlos a todos, habiendo incluso tours que te llevan a visitarlos si prefieres ir sobre seguro.
El más conocido de todos ellos sea probablemente el “The Fabulous York Cat Trail”, que organiza una tienda de artículos artesanales de cristal muy conocida en la ciudad, la York Glass, una de cuyas especialidades y artículos estrella, como no podía ser de otra forma, son los “York Lucky Cats”, figuritas gatunas de colección con una para cada mes del año.
Al final, desde luego no se puede negar que los gatos de York no hayan protegido y traído suerte a sus habitantes, en la forma del incremento de turistas que acuden a verlos.
Por si alguien anda cerca o tiene intención de ir por allí, para finalizar os dejo un mapa extraído del tour mencionado, en el que podéis ver la ubicación de los 22 gatunos. Y por supuesto, las fotos que adornan esta entrada son de algunos de ellos.
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