Lady Howard y su perro

El condado de Devon se encuentra en el sudoeste de Inglaterra. Dentro de sus límites se halla la región de Dartmoor, una meseta interior en la que predominan los páramos como elemento paisajístico principal con no pocas colinas graníticas denominadas “tors” y que hoy es en su casi totalidad un Parque Nacional.

Es en esta región donde se origina la historia que hoy traigo aquí y que es una de las más conocidas de toda Inglaterra cuando de fantasmas hablamos.

Los hechos comienzan a finales del siglo XVI, aunque se desarrollan durante buena parte del siglo XVII. En 1596 venía al mundo Mary Howard, hija de John Fitz, de noble y rica familia. A los 10 años su padre se suicidó y ella se encontró como heredera de la nobleza y sobre todo de la fortuna familiar.

Su residencia estaba enclavada en el majestuoso Castillo de Okehampton, hoy completamente en ruinas pero que fue según las crónicas una magnífica edificación.

A medida que fue creciendo se convirtió por motivos obvios en un objetivo para los hombres del condado. Lady Howard llegó a tener cuatro maridos durante su vida y varios hijos, muriendo finalmente en 1671 a la longeva edad para la época de 75 años, en la antigua casa familiar de su padre a la que se trasladó en sus últimos años tras la muerte de uno de sus hijos.

No entraré en los puros detalles históricos y biográficos, pues no es el tema. No obstante todos estos aspectos son tratados ampliamente en diversas fuentes como por ejemplo el libro de la escritora Laura Quigley, “The Devil comes to Dartmoor”, quizá uno de los más completos para conocer toda la historia.

Ahora bien, yo debo resaltar que aún pareciendo la de Mary Howard una vida digamos más o menos convencional para su estatus y época, sin embargo estuvo rodeada por la sospecha y el misterio debido a que esos cuatro maridos antes mencionados murieron todos prematuramente y en extrañas circunstancias, lo que hizo a la mujer objeto de toda clase de rumores y habladurías de los que nunca se pudo librar. El principal, obviamente, el que la colocaba a ella misma como principal sospechosa de las cuatro muertes.

Sin entrar tampoco a valorar esos rumores, lo cierto es que nunca fue acusada formalmente ni se tiene constancia de que confesara algo así a persona alguna por lo que se llevó el secreto a la tumba.

Y es precisamente a partir de su muerte cuando comienza la leyenda de Lady Howard y el misterio alcanza su máxima expresión, hasta el punto de hacer que se la conozca como “La novia del Diablo de Devon”.

Aunque alguno de los hijos llegó a vivir en el Castillo, no dieron continuidad a la herencia familiar y poco a poco Okehampton fue cayendo en el abandono. Es por esta época cuando comenzaron a surgir extrañas historias por los alrededores referidas a terroríficos encuentros.

Poco a poco, más y más habitantes de la zona comenzaron a dar cuenta de apariciones siempre nocturnas en los solitarios caminos que cubren el trayecto de 30 millas entre la casa familiar del padre de Mary Howard y el Castillo de Okehampton.

Poco a poco también, todo el mundo se dio cuenta de que las descripciones de los testigos coincidían completamente y la leyenda de Lady Howard tomó definitivamente cuerpo tal como ha llegado ya hasta nuestros días.

Lo que nos cuenta esa leyenda es que efectivamente quien se aparece por los páramos de Dartmoor es la mismísima Lady Howard, que hace el recorrido de ida y vuelta entre la antigua casa de su padre y el Castillo.

Y según los testimonios recogidos desde el pasado hasta nuestra época, la aparición no puede ser más espectacular pues viaja en el interior de un siniestro carruaje construido con los huesos de sus esposos asesinados, donde sus cuatro esqueletos conforman las cuatro esquinas del carro, que, por si fuera poco, va guiado por un conductor sin cabeza, descripción sin duda espeluznante.

Cuentan que lo primero que se oye es el tintineo macabro de los huesos para después ver pasar a toda velocidad la fantasmal comitiva. Y mejor que sea así pues también se dice que si el carro se para delante de alguna casa durante su trayecto, alguien de esa casa morirá sin remedio en las próximas horas, cosa que igualmente pasará si el carro se detiene ante algún paseante o testigo.

Y es en este momento cuando llegamos a la clave de la inclusión de esta historia en el blog, pues, para empezar, ya tenemos que si existe un carruaje fantasma circulando por ahí, evidentemente debe haber un caballo también fantasma que tire del mismo, como de hecho sucede en este caso donde no tenemos uno sino cuatro imponentes sementales negros que tiran del carro a toda velocidad y con un estruendo de cascos atronador según los testimonios, por lo que ya tenemos su relación con el Reino Animal.

Pero es que además, en el conjunto de la leyenda hay otro personaje importante que también acompaña a Lady Howard. Se trata de un enorme perro negro de ojos rojos de fuego con afilados y enormes dientes, que corre justo por delante del carruaje siempre dispuesto a acabar con los desventurados que tengan la desdicha de cruzarse con la horripilante comitiva si le dan la oportunidad.

Aunque en realidad el perro tiene una misión principal. En cada salida nocturna arranca una brizna de hierba del jardín que rodea el Castillo de Okehampton y a la vuelta la deposita en una losa de granito junto a la casa del padre de Mary. Se dice que Lady Howard sólo podrá descansar en paz cuando todas y cada una de las briznas de hierba del jardín del Castillo hayan sido así arrancadas. Por ello parece que su carruaje va a tener que seguir llevando el miedo a las noches de los páramos de Dartmoor por mucho, mucho tiempo.

Como curiosidad final puedo añadir que en esos mismos páramos está ambientada la famosa novela de Sir Arthur Conan Doyle protagonizada por su inmortal Sherlock Holmes, “El perro de los Baskerville”, en la que el horrible can sin duda guarda una más que notable similitud con el que acompaña a Lady Howard. Parece probable que el novelista estuviera al tanto de las leyendas locales y se inspirara en ellas para su propia historia.

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