La Peluda
Los animales inexplicables son conocidos por todas las civilizaciones y en este caso voy a citar a una bestia que no nos pilla muy lejos de nuestro país, pues sus andanzas han tenido lugar en la vecina Francia.
Su zona de influencia se ubica por el curso del río Huisne, entre la Baja Normandía y la región del Loira y es especialmente conocida en la población de La Ferté-Bernard y sus alrededores.
Por allí no encontraréis a nadie que no haya oído hablar de “La Velue” (“La Peluda”), pues ese es el nombre con el que se conoce a la aterradora criatura.
Su origen se pierde en la noche de los tiempos pues su historia cuenta que tuvo que ver con el mismísimo Noé, que por cierto al parecer la engaño miserablemente, pues le dijo que subiría al arca, pero después al considerarla peligrosa para los otros animales embarcados, la dejó fuera zarpando antes de lo acordado con ella.
La criatura tuvo así que enfrentarse al diluvio luchando hasta la extenuación para sobrevivir. Contra todo pronóstico lo logró aunque a un alto precio, pues tuvo que nadar y nadar hasta que su cola quedó tan debilitada que desde entonces se convirtió en su único punto vulnerable.
Exhausta, se escondió en una cueva en las riberas del río Huisne no sin antes jurarse que se vengaría de los hombres por engañarla. De esa forma se sumió en un largo letargo del que despertó entrada ya la Edad Media.
Y entonces comenzó a desatar su venganza, atacando a todo humano que le saliera al paso, mostrando especial predilección por las doncellas y los niños. Buscaba con ahínco a las doncellas y a la que era capturada se le daba del nombre de “L’Agnelle” (“La corderita”).
Atacó poblados, granjas y cosechas destrozando todo. Ciertamente tenía armas para ello pues según la describen, la Peluda era algo más grande que un toro y tan robusta, de verdosa piel gruesa como la de un elefante y con cabeza y cola de serpiente. Por si fuera poco, al parecer exhalaba fuego y ácido por la boca y contaba con temibles aguijones en su cola.
Pronto su sólo nombre despertó el pavor de las gentes del lugar y aunque en alguna ocasión se armaron de valor y organizaron alguna partida para darle caza, la bestia se sumergía en el río Huisne en tromba, con lo que encima producía una gran inundación en los campos de alrededor.
Sin embargo un día, la criatura atrapó a una bellísima doncella y se la llevó malherida a su refugio en el río. Cuando algunos testigos corrieron al pueblo a dar aviso, el joven prometido de la chica decidió enfrentarse al monstruo para rescatarla.
Con la ayuda del herrero del lugar, consiguió para sí la espada con la hoja más ancha y afilada de cuantas se habían hecho hasta la fecha y con ella en la mano, practicó sin descanso durante varios días con sus noches, hasta que consiguió que el arma se convirtiera en una extensión de su propio brazo.
Así entrenado, un amanecer partió en busca de la Peluda. Cuando llegó hasta su guarida tuvo lugar una encarnizada lucha que terminó cuando el muchacho consiguió cortar la cola de la bestia de un tajo, su único punto débil, logrando así terminar con su vida y rescatando a su novia, que logró recuperarse.
La muerte de la Peluda fue causa de grandes celebraciones en la región y todavía hoy se la recuerda con desfiles en ciertos días festivos y con alguna escultura en poblaciones de la zona, como por ejemplo en la localidad de Tuffé.
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