La gata piloto
Os contaré hoy una historia más que misteriosa, curiosa, pero que desde luego es para conocer.
Por el título de la entrada, seguro que muchos os habréis acordado de la famosa frase graciosa del perro piloto, referida a las ferias y tómbolas aquí en España. Es más, es probable que algunos hayáis ganado el muñeco.
Pero lo real es que efectivamente hubo una gatita que se mereció ese título con creces a lo largo de sus aventuras, por lo que os pondré en situación.
John Bevins Moisant, (25 de abril de 1868-31 de diciembre de 1910) está considerado como uno de los padres de la aviación moderna. Este ingeniero aeronáutico y aviador estadounidense de antecedentes franceses, llegó a ser conocido como “El Rey de los Aviadores”.
Se metió de lleno en el campo de la aeronáutica en 1909 tras asistir a una exhibición aérea en Francia que le dejó impactado. Logró diseñar y construir dos aeronaves mientras se titulaba oficialmente como piloto.
Fueron el “Moisant Biplane”, también conocido como «L’Ecrevisse», que además se convirtió en el primer avión del mundo construido en metal y el “Moisant Monoplane”, también conocido como «Le Corbeau».
Lo cierto es que ambos aviones no tuvieron una exitosa vida sufriendo diversos problemas que impidieron su explotación comercial.
Pero Moisant empezó por otra parte a despuntar como piloto logrando diversos hitos como hacer el primer vuelo de pasajeros que atravesaba el Canal de la Mancha. Ruta que repetiría con frecuencia. Participó también en las primeras carreras aéreas que se celebraron en torno a la Estatua de la Libertad y su pericia y valentía le hicieron ganar fama en ese aspecto.
Acabó creando también su propia compañía de aviación y se convirtió en una persona muy popular en la época.
Lamentablemente su carrera se truncó la mañana del 31 de diciembre de 1910 al ser víctima de un accidente aéreo en el estado de Luisiana. Se entrenaba para ganar la copa Michelin que premiaba el vuelo sostenido más largo.
Al llegar el momento de aterrizar en el aeródromo de Harahan, localizado aproximadamente a unos 6 kilómetros de la ciudad de Nueva Orleans, el piloto fue envuelto por una súbita ráfaga de viento que lo arrojó al vacío fuera de su aeronave, cayendo fatalmente a plomo desde una altura aproximada de 10 metros ante una multitud de horrorizados espectadores, mientras su avión se acababa estrellando en la pista.
Entró así en la leyenda y de hecho todavía se le recuerda. En las etiquetas de los equipajes de los pasajeros del aeropuerto Louis Armstrong de Nueva Orleans se puede leer como identificador del mismo “MSY”.
Es un acrónimo de Moisant Stock Yards, el nombre que tenía la zona de corrales de ganado en la que estaba la pista que fue testigo del accidente de Moisant, zona sobre la que se acabó construyendo el actual aeropuerto.
Pero hay otro aspecto unido indisolublemente a John Bevins Moisant, que también forma parte de su leyenda.
Se trata del hecho de que durante su corta y aventurera vida de piloto, truncada por el accidente, contó con un copiloto realmente único que sin duda contribuyó decisivamente a su fama.
John tenía una amiga muy especial a la que profesaba un cariño fuera de toda duda. Se trataba de una bonita gatita de raza Tabby y pelo atigrado, a la que llamó “Paris-London”, por supuesto en homenaje a sus rutas sobre el Canal de la Mancha.
La gata y él eran inseparables y todos cuantos les conocían, incluido por supuesto su equipo de vuelo, conocían bien este aspecto.
Tanto es así que la gata comenzó a acompañarle en sus vuelos haciéndose uno más de los tripulantes, hasta el punto de que acabó ganándose el sobrenombre de “Captain Kitty”.
Hay registrados más de 14 vuelos en su haber, entre ellos la carrera en torno a la Estatua de la Libertad y nada menos que ese primer vuelo con pasajeros a través del Canal de la Mancha.
Al principio, como era jovencita, John la llevaba en sus propios bolsillos, pero acabó preparando toda una zona en su avión para ella, dado que arañando y rascando no había dejado bien parados los asientos de cuero en sus primeros vuelos.
Por ello, el piloto decidió envolver los asientos con cuerda de sisal, que como todos los amantes de los gatos sabemos, les encanta para rascar y afilarse las uñas. Además incluso le instaló un arenero debajo de un asiento, para que pudiera hacer sus necesidades cómodamente.
Esas modificaciones no fueron nunca retiradas. Simplemente los pasajeros sabían que la gata era parte de la tripulación y que debían aceptar su presencia, cosa que por otra parte no consta que le ocasionara problemas a John con el pasaje.
Por suerte, la gata no acompañaba al hombre el día de su último y fatídico vuelo y no sufrió daño alguno. Fue vista en el funeral de John Moisant transportada por su hermana Matilde.
La mujer decidió además ser parte de la historia, puesto que habiéndose preparado también como piloto acabó por dar continuidad al legado de su hermano. Por supuesto la simpática e intrépida gatita se convirtió en su copiloto.
Como colofón a esta particular historia y dado el día que es hoy, o más bien la noche que será, os añado un bonito grabado que dicen inspirado en nuestra protagonista felina, en el que podemos ver un minino disfrazado de audaz piloto de antaño.
¡Os deseo un Halloween repleto de buenos sustos!
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