Gatunos sanadores
Seguro que no os sorprendo si os digo que los gatos poseen facultades y capacidades que parecen ir más allá de lo que podríamos considerar común en un animal normal y corriente.
Hablo de cualidades que nos hacen pensar que sus sentidos son, no simplemente más agudos que los nuestros, si no que pueden percibir escalas y formas de energía que se nos escapan por completo y que en ocasiones ni siquiera hemos llegado a definir con claridad, sin saber si pertenecen más a este mundo o a otros.
Son especialmente sensibles y receptivos, como digo, a muchos campos energéticos, de ahí por ejemplo que parezcan sentir lo que podríamos llamar malas vibraciones en el ambiente, eso que a nosotros los humanos nos llega a veces como esa extraña sensación que tenemos de que “algo” no marcha bien, en determinados momentos o lugares.
Entonces los gatos son capaces de interactuar con esas malas vibraciones hasta el punto de llegar a transformarlas en algo inocuo.
Esa misma capacidad es aplicable al caso de que fuera uno mismo el causante o el origen de esa mala energía. Es por eso que muchos se sorprenden cuando un gato se restriega y frota metódicamente contra alguien. Nos está marcando y a la vez nos muestra su afecto, pero realizando además una tarea menos patente como es la de eliminar energías negativas que pudiéramos acumular y protegernos de otras que pudieran llegar a nosotros.
Seguramente debido también a esa misma sensibilidad especial, se ha detectado que los lugares que ellos eligen para dormir o descansar suelen ser curiosamente los más cargados de iones negativos del lugar en el que habitan. Esto sería, dicho de otro modo, los que poseen una mayor carga de energía positiva. Sí, en realidad, son los iones negativos los que generan ese “buen ambiente”, los mismos que por ejemplo predominan en plena Naturaleza y por eso sentimos ahí estar en un ambiente sano y puro.
Se piensa que actuando de ese modo, los gatos aprovechan para recargarse y descargar la energía negativa que ellos mismos pudieran haber acumulado, ya que actúan como una especie de esponja y por ello pueden eliminar nuestras propias sobrecargas, pero a costa de llevárselas ellos.
Incluso llegan a absorber excesos energéticos que puedan venir por ejemplo de los aparatos electrónicos que hoy en día tenemos todos en casa por cualquier parte.
Los gatos, por tanto, actúan como unas eficaces máquinas vivientes recicladoras y transformadoras de energía, buscando siempre que su entorno mantenga un estado idóneo de equilibrio y sin dejar de estar atentos a la más mínima señal de desequilibrio, casi siempre absolutamente imperceptible para nosotros, acudiendo al punto o causa exacta para arreglar el desaguisado.
Ni que decir tiene que de esa oscura y callada labor somos también beneficiarios pues aunque no tengamos sus capacidades sensitivas, sí somos capaces de llegar a percibir la diferencia entre estar en un ambiente general con buena o mala energía.
Hasta para nuestra salud puede ser determinante, ya que esas energías, estén en el ambiente o las llevemos en nuestro interior, son capaces de interactuar para bien o para mal con nuestro cuerpo, pudiendo ayudar a sanarnos o a enfermarnos según el caso.
Los gatos también lo saben y por ello esos comportamientos, tan conocidos por todos los amantes de los mininos, como el acostarse cerca de nosotros, subirse encima cuando estamos sentados o restregarse contra nuestras piernas.
Utilizan así sus increíbles facultades para devolvernos la armonía energética y el equilibrio que tantas veces nos faltan, cosa que repercute directamente en nuestro ánimo y salud y que nuestros amigos felinos hacen por recuperar.
Eso tiene su máxima expresión, como de nuevo los amigos de los mininos sabemos, cuando estamos enfermos, doloridos o tristes. Todos hemos comprobado como nuestro acompañante gatuno se muestra especialmente afectivo con nosotros y realmente da la impresión de querer sanarnos.
Qué decir también de su famoso e inconfundible ronroneo. Pocos sonidos de la Naturaleza poseen ese poder atrayente y calmante casi hipnótico. Lo alucinante es que recientes estudios científicos han podido constatar el inesperado poder que se halla tras ese sonido repetitivo.
Ya desde su propia creación ese mágico sonido es misterioso, puesto que en realidad no hay ninguna característica anatómica u órgano específico en el gato destinado a producir el ronroneo, por lo que tampoco está claro al ciento por ciento cómo lo producen exactamente, siendo quizá la teoría más aceptada que lo hacen a través de rápidos movimientos de los músculos de la laringe.
Eso hace que la glotis vibre rápidamente y produzca el característico sonido al entrar en contacto con el aire que entra y sale con la respiración. De esta manera el sonido es independiente y no se interrumpe al respirar por lo que puede sonar constantemente. Si nosotros intentamos imitarlo no podemos, pues o respiramos o sonamos, no podemos hacer las dos cosas a la vez.
Es curioso además, que cada individuo posee un patrón de ronroneo único, lo que hace el fenómeno todavía más fascinante.
Pero lo más increíble es que son capaces de regular la velocidad e intensidad de esas vibraciones de tal forma que ellos mismos se convierten en una especie de máquina de resonancia viviente. Ahí aparece ese poder al que me refería antes y que se ha constatado en estudios científicos.
Lo que se ha revelado, es que mediante la regulación del ronroneo los gatos son capaces de utilizar la energía del sonido y los ultrasonidos subyacentes para curarse determinadas lesiones, como esguinces o distensiones musculares, incluso puede ayudarles a acelerar el tiempo de recuperación tras una fractura.
Alucinantemente, esas mismas cualidades se aplican en nuestro caso. Es decir los mismos efectos se apreciaron cuando el lesionado era un humano.
Eso ha abierto un nuevo mundo inesperado que se sigue estudiando, añadido al ya conocido desde hace bastante tiempo de los efectos calmantes y relajantes del ronroneo gatuno y sus beneficios en momentos de ansiedad o estrés.
Sobre este último punto, hay estudios que afirman que ya el hecho de poseer un gato y simplemente observarlo en el día a día, mientras se mueve con esa elegancia tan característica, o juega con esa extraordinaria agilidad, o nos hace mimos mostrando todo su cariño, o duerme plácidamente, presenta unos innegables beneficios a la hora de aportarnos armonía, paz y buenas vibraciones.
Estoy seguro de que en nuestro interior, en nuestra parte más instintiva y primitiva, los seres humanos somos capaces de percibir la magia y el misterio de nuestros pequeños amigos felinos y por eso nos resultan tan atrayentes.
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