Gatos custodios
En la región colombiana de Bolívar, se encuentra una bella localidad llamada Santa Cruz de Mompox, que familiarmente es conocida simplemente como Mompox.
Es una población de fascinante arquitectura, con blancas calles que llaman la atención de sus numerosos visitantes y en la que no faltan sugerentes historias.
Sin duda una de las más renombradas y que ha dado más protagonismo a Mompox, atrayendo todavía más curiosos hacia allí, es la singular historia que viene a llenar esta entrada.
Por un lado hay unos protagonistas humanos. Se trata de una familia muy conocida en la localidad, la de los Serrano, que todos allí conocen con un mote muy particular.
Para ir a los inicios debemos remontarnos a los años 20 del pasado siglo XX. El patriarca de la familia, Julio Serrano, tenía por entonces unos 15 años y al parecer era ya bastante velludo a esa edad. Eso hizo que sus amigos comenzaran a apodarle “Gato”.
Julio fue creciendo, pero ese mote ya no le abandonaría nunca, hasta el punto de que cuando se casó y tuvo hijos, éstos fueron ya directamente conocidos como “Los Gatos”, por lo que el felino apodo se convirtió ya en algo unido a toda la familia.
Uno de los hijos, Víctor, creció y a su vez fue padre de un chico llamado Alfredo, que a la postre sería el principal protagonista de la parte misteriosa de esta historia y además de una manera realmente particular, pues eso sucedió una vez que el malogrado hombre falleció.
Alfredo Serrano Rubio, resultó ser un despierto joven que pronto desarrollo un especial amor por los animales y por los gatos en particular. De hecho, siendo un adolescente su padre le llevaba con él de caza, hasta que el chico se plantó y le dijo que no creía que eso estuviera bien y que no quería ir más pues pensaba que todos los animales tenían derecho a la vida. Desde entonces nunca volvió a acompañarle, cosa que su padre respetó.
Con los años su amor por los gatos se acentuó, no siendo raro que acogiera o alimentara a los gatos de la calle, pareciendo que tenía una especial empatía con ellos y también los felinos hacia Alfredo.
Era una persona de buen carácter y amistosa que gozaba de gran aprecio en Mompox, pero desgraciadamente, el 1 de diciembre de 2001, estando en Bogotá, sufrió un fulminante infarto que acabo prematuramente con su vida a la edad de 33 años.
Sus restos fueron enterrados en su población natal en el mausoleo familiar del cementerio local y la ceremonia constituyo según cuentan, una gran muestra del aprecio que le tenían sus vecinos.
Fue precisamente entonces cuando comenzó a forjarse la otra parte de la historia. Unos días después del entierro, la familia descubrió un gato negro que aparentemente había elegido esa zona, esa tumba, como refugio. En los siguientes días pudieron constatar que el minino no se movía de allí, así que recordando el amor de Alfredo por los pequeños felinos, decidieron llevarle algo de comida en sus visitas.
Poco a poco, los padres comenzaron a ganarse la confianza del animal, que en cualquier caso parecía no querer alejarse del punto en el que reposaba su hijo y que además les reservaba una sorpresa, pues un buen día, al hacer su visita diaria descubrieron que el tal gato no era sino gata y que había tenido una adorable camada.
Ellos siguieron llevándoles comida y agua y las crías decidieron también quedarse por allí. Ese fue el comienzo de todo puesto que los gatos comenzaron a tomar el cementerio, como si fueran sus custodios y siempre teniendo como epicentro la tumba de Alfredo.
Con el paso del tiempo, otros vecinos se unieron a los Serrano en la tarea de alimentar y cuidar a la creciente colonia, hasta el día de hoy en que supera ampliamente la veintena de ejemplares, teniendo en cuenta además que durante estos años, no pocos animales fueron adoptados por vecinos y visitantes. De otra forma el número de individuos de la colonia sería mucho mayor.
En la actualidad, los gatos del cementerio de Mompox son un atractivo turístico de primer orden en la localidad, con muchos visitantes que quieren contemplar a los mininos y especialmente su particular querencia a frecuentar la zona concreta en la que se encuentran los restos de Alfredo Serrano.
Por supuesto, a raíz de todo esto no han faltado otras historias surgidas a partir de la original, con tintes misteriosos y explicaciones diversas.
Por ejemplo, se llegó a decir que la familia había hecho un pacto con entidades del Más Allá y la presencia de los gatos era una prueba de ello. Incluso hay voces que aseguran que Alfredo se sigue comunicando con ellos después de muerto y de ahí que sigan en las proximidades.
No faltan algunos relatos que aseguran que haber visto el fantasma del hombre en alguna oscura noche, mientras jugaba con los felinos y son bastantes más los que dicen haber visto en algún momento como alguno o varios de los gatos simultáneamente, parecían interactuar con algo invisible que únicamente ellos podían ver.
También es creencia popular en la población, que los gatos son capaces de transmitir visiones del futuro y mensajes concretos a aquellos amantes de los gatos que entran en el cementerio, mediante maullidos entrecortados en los que se camuflan esas visiones y mensajes. Y se dice que reciben órdenes del mismísimo Alfredo, que es recordado como “El Señor de los Gatos Enigmáticos”.
Por supuesto, también es aplicable una explicación mucho más prosaica por la que simplemente los gatos se quedan en la zona en la que tienen asegurada la comida y los cuidados, pero eso no quita para que muchos lugareños sigan teniendo en consideración los aspectos de los que he hablado.
Etiquetas: Fantasmas • Gatos • Mamíferos • Mascotas • Vídeos
Categorías: Fantasmas • Gatos • Mamíferos • Mascotas • Vídeos
Escribir comentario