Gatos a todo color
Dentro de la gran variedad de razas de gatos domésticos que podemos encontrar en la actualidad, existen algunas en las que además se pueden producir diferenciaciones en el color del manto, del pelaje.
Entre esas variaciones, hay una que está contemplada en varias razas y que produce gatos de hermosos colores. Según la raza de la que provengan pueden ser de pelo corto o largo.
Recibe también diferentes nombres según las zonas, pero los principales son Carey, Tortuga o Tricolor. Los gatos de este tipo tienen hermosos pelajes con patrones en los que se mezclan el negro, el crema y el anaranjado. En ocasiones incluso el blanco, resultando en una combinación cuatricolor.
Este esquema presenta además un par de particularidades características. En primer lugar su exclusividad, pues el dibujo de un individuo resulta único y además no se transmitirá genéticamente, puede pasar a otra generación el patrón de colores, pero nunca el dibujo, que en los nuevos gatos será siempre diferente. Incluso si se diera en hermanos de camada nunca saldrían iguales.
La segunda particularidad es también de tipo genético y es la que hace que no se vean estos gatos de manera habitual en los criaderos, porque su resultado es que en la casi totalidad de los casos, el gato que nazca con este esquema de pelaje sea una hembra. En los raros casos en los que sea un macho, normalmente será estéril. Parece ser que ese color típico crema de la combinación está ligado en especial al cromosoma X de las hembras, de ahí que suceda así y que sea muy difícil intentar cruzar machos y hembras de este estilo buscando mantener el patrón.
Precisamente esa característica de aleatoriedad les hace ser gatos en general apreciados, sobre todo por ejemplo en Japón, donde se les considera portadores de buena suerte.
Sobre el origen de tal combinación con sus particularidades y rarezas podrían comentarse diversas sesudas teorías científicas, pero existe una leyenda para explicarlo mucho más bonita y que no me resisto a contaros. Curiosamente algo de lo científicamente comprobado debía ser ya intuido por la sabiduría popular pues la protagonista felina de la historia es una hembra, una gatita.
La procedencia tanto temporal como geográfica de esta leyenda es tan esquiva como el propio origen del pelaje Carey, pero viene a ser como sigue:
Dicen que hace mucho, mucho tiempo, El Sol, que cada día veía el mundo que se extendía a sus pies, tenía mucha curiosidad por poder, aunque fuera por una vez, bajar de su elevada posición en el firmamento y visitarlo como uno más de los seres que observaba a diario.
Bien es cierto que quería hacerlo de manera anónima y sin que se advirtiera su falta para poder pasear en libertad. Por ello se le ocurrió pedir a su hermana La Luna, que le hiciera el gran favor de camuflarle por un rato para que mientras pudiera escabullirse.
Al final ante su insistencia La Luna accedió a sus deseos y cuentan que un caluroso día de verano terminando el mes de Junio, La Luna poco a poco se fue acercando al Astro Rey hasta cubrirlo por completo creando un eclipse total de sol y haciendo que hubiera oscuridad pero sin que nadie se pudiera percatar de que era por la ausencia del Sol.
En efecto, aprovechando la cobertura de La Luna, El Sol bajo hasta la Tierra y para poder hacer su visita se encarnó en el ser más sigiloso y discreto que pudo encontrar, una bonita gata negra.
Tan feliz estaba paseando y mirando aquí y allá que no se dio cuenta de que La Luna, indolente y perezosa, comenzó a aburrirse y poco a poco fue abandonando su posición dejando el hueco solar al descubierto.
Cuando El Sol se percató del desastre ya era demasiado tarde para pedirle que volviera por lo que no tuvo más remedio que salir como una centella hacia el firmamento para volver a ocupar su posición de privilegio en el cielo.
Lo que ocurrió entonces es que al huir tan rápido no pudo evitar que parte de su majestuosidad quedara para siempre en el animal que había sido su anfitrión y cientos de rayos solares se mezclaron con el pelaje negro de la gata otorgándole unos brillos y matices que nunca se habían visto.
Desde entonces, están presentes en cada gata o gato que nace con esta bonita particularidad, recordando el noble origen solar de su estirpe, circunstancia que además les faculta para ser imanes de energías positivas, evidenciando su doble naturaleza gatuna y celestial.
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