El Puente del Arco Iris
Tras la serie sobre los sueños, os voy a contar una bonita historia, con la que quizá algunos también habéis soñado sin saberlo y que hace referencia al lugar al que van nuestras mascotas cuando nos dejan, ya sean perros, gatos o cualquier animal al que le hubiéramos entregado nuestro amor y cuidados.
Más en concreto, os hablaré del camino que deben recorrer para llegar allá donde van y que sigue un sendero mágico: El Puente del Arco Iris.
Dicho puente es el enlace entre nuestro mundo y el celestial, y su entrada se encuentra en una bonita región intermedia rebosante de arboladas colinas, verdes valles, floridas praderas, frescos ríos y lagos donde saciar la sed y abundante comida para todos. Allí, el animal en trance de partir se verá rodeado de multitud de otras mascotas que hicieron ese mismo recorrido antes. Es un lugar en el que todos juegan, corren y saltan juntos en completa felicidad.
Se dice que cuando un animal que fue especialmente querido y cuidado por alguna persona en nuestro mundo, nos deja, sus pasos se encaminan directamente hacia el Puente del Arco Iris para disfrutar de todo lo que allí le espera y finalmente cruzar hacia el otro lado, hacia el cielo de las mascotas.
Además, al llegar se produce un primer prodigio y es que ese querido animal recupera todo su ser. Si era anciano, volverá a ser joven y en pleno vigor. Si estuvo enfermo tendrá de nuevo su salud intacta. Si fue herido, curará por completo. Independientemente de cualquier circunstancia que le aconteciera e hiciera que llegase hasta allí, el animal que tendrá una nueva vida en ese otro plano celestial será siempre la mejor versión de sí mismo, esa con la que también nosotros le llevamos en el corazón.
Así podrá disfrutar de cada nuevo instante, a pesar de que en su fuero interno todavía recordará a aquella o aquellas personas que tanto amor le dieron y a las que tanto amor dio, en nuestro mundo.
Pero, algo le dirá que no se preocupe y sea feliz y desde luego captará el mensaje, sabiendo muy en su interior qué ocurrirá algún día en el futuro.
Y ese día se reconoce porque un animal determinado de repente deja de jugar y nervioso empieza a ventear y a mirar hacia el indeterminado horizonte. De pronto, correrá como un loco hacia allí sabiendo que su período de espera ha llegado a su fin.
Y, ¿Qué le hará sentirse así? Pues simplemente una borrosa figura que se acercará hacia el inicio del puente, decididamente a su encuentro. Creo que todos os estáis ya imaginando lo que sucede entonces.
Efectivamente. Cuando a nosotros mismos nos llega la hora de dejar este mundo, esa relación especial que tuvimos con nuestro amigo animal renace con más fuerza que nunca libre de las ataduras que tenemos aquí. Y de nuevo los viejos amigos se volverán a encontrar, esta vez para no separarse ya jamás.
Es un instante mágico, otra vez juntos compartiendo caricias mirándose a los ojos y encontrando de nuevo ambos esa expresión de cariño mutuo que tanto les llenó, dejando por fin atrás la tristeza que les embargó cuando se tuvieron que separar, inundados ahora de alegría por sentirse otra vez uno al lado del otro.
Entonces, juntos para siempre y plenos de felicidad subirán juntos por el puente del arco iris. Y aunque la tradición considera que el Cielo humano y este de las mascotas no son un mismo elemento, la unión de amor que forjaron hombre y animal, permitirá que puedan estar juntos en uno u otro indistintamente.
Pero por desgracia, hay otros muchos animales que pudieron ser mascotas mas no consiguieron ser amados ni cuidados por ninguna persona, ¿Qué ocurre con ellos cuando parten?
Al pie del puente, en su inicio, junto al territorio bonito y alegre hay también una especie de tierra de nadie. Los animales que se encuentran en el primero pueden ver cómo por la otra pululan también no pocos animales.
Cabizbajos, tristes, ancianos o enfermos, se mueven cerca del inicio del puente, de la zona hermosa, pero sin poder llegar a ella, como si les faltara algo. Todo su anhelo es llegar allí y estar así en disposición de poder cruzar el puente hacia la morada que les espera, pero sin embargo eso les resulta una tarea imposible. Su destino es esperar allí en esa tierra de nadie, mientras miran apesadumbrados cómo otros animales más afortunados si tienen franco el acceso y pueden subir por el Puente del Arco Iris.
¿Por qué deben esos pobres animales quedarse allí? Al parecer esos son los que se quedaron en aspirantes a mascotas, los que nunca consiguieron el amor de una persona, ni fueron adoptados o peor aún, acabaron abandonados. No consiguieron tener un verdadero hogar en nuestro mundo.
Por ello, no disponen de ese guía humano que un día llegaría hasta allí para acompañarles cruzando el puente y ellos lo saben y por eso pasan la mayor parte del tiempo tumbados cabizbajos sin ganas de nada.
Sin embargo, hay días en los que en el horizonte aparece una persona que no se dirige hacia algún animal en concreto. Esa persona simplemente deambula tranquila hacia el puente, pero mientras lo hace se para aquí y allá haciendo caricias a algunos de aquellos tristes animales.
Y entonces algo increíble sucede, todos aquellos animales que fueron acariciados por esa persona, recuperan de pronto su vitalidad y su alegría y en grupo se acercan junto a su nuevo amigo humano hasta el inicio del puente. Por fin tienen vía libre.
Al llegar, los animales que ya estaban allí en espera de sus propios guías, saludan con respeto al humano recién llegado, mientras éste llama a su grupo y juntos emprenden el anhelado camino a través del Puente del Arco Iris.
Esa emotiva escena se repite cada cierto tiempo, dando así la posibilidad de poder cruzar al otro lado del puente a aquellos animales que no podían lograrlo por sí solos.
Pero, ¿Quiénes son esas personas? Pues ni más ni menos que los “salvadores”. Personas que en la Tierra, independientemente de tener además o no su propia mascota, se dedicaron a ayudar y dar amor a los animales dedicando su tiempo y esfuerzo en refugios, como voluntarios o de cualquier otra forma, ayudando a los animales abandonados o que no pudieron encontrar una familia.
Cuando a ellos les llega la hora de dejar este mundo, como un premio a su dedicación y al amor que repartieron en vida, se les concede la facultad de llevarse consigo a unos cuantos animales, de ayudarlos a cruzar el puente en un último acto de servicio y cariño hacia sus amigos los animales.
Por ello es tan importante la labor de todas esas personas. Ya lo es aquí en nuestro mundo, pero además como veis lo será también más allá.
Y dado que desgraciadamente siempre va a haber animalitos esperando tristes sin poder llegar al puente, por favor, aunque vosotros tengáis vuestra propia y querida mascota, al menos mientras estéis por aquí sed buenos con el resto de los animales, respetadlos, no les hagáis mal y poned vuestro granito de arena para ayudar a los que podáis.
Quién sabe si algún lejano día, cuando os toque emprender vuestro propio tránsito, os acabareis convirtiendo en uno de esos “salvadores”. Sería una bonita manera de partir, ¿No os parece?
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