A estas alturas, muchos estaréis esperando la llegada de los Reyes Magos para ver si os traen algún presente, pero supongo que por otro lado, no pocos de vosotros habréis recibido algún regalo de Navidad traído desde el lejano Norte por Papá Noel.

Aunque claro, eso será en principio pensando que durante el año os hayáis portado bien, porque de lo contrario ya sabéis lo que os espera a los de los Reyes Magos: Unos estupendos pedazos de carbón.

Pero y si los de Papá Noel se hubieran portado mal, ¿Qué ocurre con ellos? Pues el caso es que habrán encontrado algo bastante peor que los trozos de carbón.

Todos conocemos a Papá Noel, pero lo que quizá no tantos sepan es que el venerable barbudo de rojo tiene su antítesis en un personaje mucho más siniestro que llega a los hogares con intenciones radicalmente diferentes.

Se trata del terrible “Krampus”, un ser demoníaco mezcla de cabra y humano, cuyo aspecto quizá recuerde a otras criaturas legendarias como los faunos o los sátiros.

Tiene grandes cuernos, garras afiladas, pelo hirsuto y oscuro, unos afilados colmillos, pezuñas caprinas en lugar de pies y una gran cola. Se adorna con una cadena y unas campanillas que anuncian su llegada. Su aspecto general es lo opuesto a Papa Noel.

Y no solo su aspecto, puesto que su misión es precisamente la contraria, dado que aparece para castigar a los niños que se han portado mal, azotándolos con una vara de abedul y para aterrorizar también a los adultos. Si con la azotaina no consigue que su visitado se vuelva bueno, se dice que incluso sería capaz de llevarse al inframundo a aquellos desgraciados que persistan en su mala actitud.

El origen es este ser demoníaco hay que buscarlo en los pueblos germánicos y eslavos de la zona central europea, estando muy arraigado en la mitología y tradiciones navideñas de Austria, Hungría, la República Checa o Eslovenia. Pero quizá el país en el que más ha calado el Krampus sea Alemania.

De hecho, su nombre proviene de la palabra germánica krampen, que significa “garra” y según la leyenda es el hijo de la semidiosa nórdica Hela, que vigilaba el inframundo y a su vez era hija del dios Loki.

Si seguimos la tradición de aquellos pueblos, encontraremos que originalmente este ser aparece en realidad un poco antes de Navidad, concretamente en la noche del 5 de diciembre, conocida como la “Krampusnacht”, o noche de Krampus.

En aquella noche los niños y adultos dejaban sus zapatos o botas en el salón, al estilo de lo que también harás si sigues la tradición de los Reyes Magos, en la idea de que si se habían portado bien a la mañana siguiente encontrarían algún regalo, mientras que si habían sido malos hallarían una vara, como símbolo de que el Krampus podría visitarles.

Es cierto que esta costumbre ha tenido también sus detractores y sus períodos de caída en desgracia. Por ejemplo, la iglesia prohibió estas tradiciones y las menciones al Krampus, toda cuenta de su origen demoníaco y para no manchar las celebraciones navideñas tradicionales. También durante la segunda guerra mundial y años siguientes estas historias quedaron aparcadas.

Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron recuperando a la vez que la gente las fue adaptando y modernizando hasta hacerlas mucho más festivas.

La llegada del Krampus se fue acompasando más con las propias fechas navideñas y además se convirtió en excusa para que los adultos organizaran celebraciones de disfraces, en las que ataviados como demonios malignos desfilan y corretean por las calles, persiguiendo y asustando a los que se cruzan en su camino, aunque muchos buscan precisamente la emoción y el divertimento de esas persecuciones. Hay hasta un nombre para estas pillerías, la “Krampuslauf”, algo así como la carrera de los Krampus.

Por supuesto en estos tiempos actuales no se podía dejar de buscar negocio con algo así de arraigado y son innumerables los productos relacionados con el maligno ser que se comercializan en los mercados y tiendas de Alemania o Austria, por poner un ejemplo, como chocolatinas, figuritas, peluches, disfraces, tazas, cuernos y otros objetos.

En 2015 hubo incluso una película de terror ambientada en las andanzas de la criatura y que aquí en España se llamó “Krampus, maldita Navidad”. Si no la habéis visto buscadla que seguro os entretendrá un rato.

En cualquier caso, tanto intento por llevar a este demonio al terreno festivo puede que en realidad sea una manera de ocultar o evitar su parte terrorífica y despistarlo para que olvide su labor primigenia.

Por ello, espero que hayáis sido buenos y no tengáis que escuchar ninguna noche de estas, el ruido de unas pezuñas avanzando por el oscuro pasillo hacia vuestra habitación.

Y para finalizar, ¡Qué os voy a decir! Os deseo de verdad que el próximo año 2021 sea mucho, pero mucho mejor que este y podamos todos ir saliendo de este inesperado túnel en el que a nuestro pesar nos hemos visto metidos.

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