El Kelpie
En nuestra entrada de hoy, vamos a desplazarnos a unas tierras muy ricas en mitologías de todo tipo, como son las escocesas.
La mayoría de los amantes del misterio ya conoceréis que por allí no falta casi de nada, páramos ventosos, castillos fantasmagóricos, bosques sugerentes, lagos de leyenda…
Escenarios habitados a su vez por todo tipo de seres sobrenaturales, tales como fantasmas, duendes, hadas, bestias oníricas o famosos monstruos como el inefable “Nessie”.
En el caso que nos ocupa menciono a este último porque el protagonista del que voy a hablar a continuación comparte con el popular monstruito su cercanía con el agua.
Se trata de un siniestro ser que según cuentan las leyendas habita en los humedales de las míticas Highlands escocesas.
Podría decirse que se trata de una criatura casi anfibia, puesto que puede estar dentro del agua pero también en tierra firme, cosa por otra parte que sería más normal, ya que nuestro invitado se presenta en la forma de un imponente caballo.
Hablo de un animal de leyenda proveniente directamente de la mitología celta, el llamado “Kelpie”.
Esta criatura, realmente temida desde tiempos remotos, podría considerarse como uno de los animales misteriosos más peligrosos de todo el muestrario escocés.
En las noches oscuras puede encontrársele en las riberas de ríos y lagos o incluso en los estuarios o playas, pues existe una variedad de agua dulce y otra de agua salada.
En cualquiera de los casos, lo habitual es que aparezca en la forma de un impresionante y bellísimo caballo negro, o blanco en ocasiones, de largas crines y soberbia estampa.
Sin embargo, bajo esa apariencia formidable se esconde un oscuro comportamiento. Al modo de las sirenas, si un desventurado caminante se topa con la criatura, el Kelpie conseguirá meterse en la mente de la persona de tal forma que sienta unos deseos irresistibles de acercarse a montarlo.
Y ese será un error fatal, pues cuando lo hace, el animal cambia su aspecto de improviso y se torna pegajoso y como si tuviera una suerte de algas cubriendo su cuerpo, de tal forma que atrapa a su jinete.
Entonces el caballo corre hacia el agua hundiéndose en ella y ahogando sin remisión al desventurado humano.
En ese momento comienza a transformarse y adopta su forma real, la de un enorme caballo de brillantes ojos rojos con aletas y cola. En su boca surgen afilados colmillos, apareciendo en su cuello unas marcadas agallas y su pelaje termina de convertirse en una maraña de grasientos nudos formados por plantas acuáticas.
A continuación, la bestia devora íntegramente a su presa a excepción del hígado, que siempre deja intacto y acaba por salir a flote, dando cuenta de que el Kelpie ha vuelto a actuar.
Cuentan algunas fuentes, no obstante, que a veces puede darse una diferencia de comportamiento entre los dos tipos de Kelpies, pues mientras ese brutal comportamiento que acabo de describir es el modus operandi habitual del de agua dulce, parece que sin embargo, el de agua salada no siempre devora a su presa y en ocasiones se conforma con dejarla medio ahogada dándola un buen susto, pero permitiendo después que pueda volver a tierra firme.
Otra importante particularidad de esta criatura es que si le conviene también puede adoptar una forma humana, tomando entonces la de un apuesto hombre.
Eso sí, sus intenciones seguirán siendo siniestras puesto que entonces atrae a los caminantes con la intención de arrojarles al agua y depararles el mismo fin. Incluso es capaz de saltar a la grupa de los jinetes que pasen cerca, con el propósito de hacer que sus caballos acaben también en el fondo del agua.
Se dice que si uno se fija bien, podría reconocer al Kelpie con forma humana, pues su pelo aparece enmarañado y como con algas enredadas. Pero todavía en ciertas zonas aisladas se tiende mejor a no acercarse mucho a los extraños que puedan salir al paso y a no acercarse mucho a las riberas de ríos y lagos durante la noche.
De todas formas, sí parece que las crónicas contemplan una manera de poder salir bien librado del encuentro con el Kelpie, aunque implica no perder la cabeza y tener un punto de audacia.
Según explica la tradición, si el humano consigue cambiar las ostentosas bridas que lleva el Kelpie por otras en las que previamente se haya hecho la señal de la cruz, ocurrirá algo mágico.
En ese caso, el siniestro Kelpie se transformará como por encanto en otro ser, en un caballo de planta igual de imponente pero completamente manso y entregado al humano con absoluta fidelidad, con la particularidad de que además será capaz de correr a velocidades portentosas transportando a su jinete a gran velocidad por los páramos
Alguna otra fuente habla también de que otra opción, también complicada, consiste en lograr escapar del hechizo del Kelpie y robarle sus riendas antes de que llegara al agua. En este caso se obtendría la posibilidad de escapar de una muerte cierta pero sin lograr el control de la criatura.
Sobre este ser es curioso reseñar que a pesar de ser típicamente escocés, no deja de presentar similitudes curiosas con otros. Por ejemplo, existe el “Each Uisge” con una reputación muy parecida pero que aparece con la forma de un todavía más tranquilizador ponie. Estos seres son también conocidos en la vecina Irlanda, en donde se les denomina “Pookas” y se consideran un augurio de tragedias.
En otra zona cercana, Gales, hallamos a los “Water Horse”, que actúan también de forma similar aunque en este caso, en lugar de buscar las profundidades salen volando y cuando están entre las nubes se derretirían fundiéndose con ellas y haciendo que el humano que transportan caiga estrellándose contra el suelo.
De lo que no cabe duda, es que los brumosos parajes de las Highlands escocesas son un entorno de lo más propicio para pensar que seres como el Kelpie puedan estar acechándonos en las sombras, por lo que tampoco parece nada malo tener un poco de prudencia y estar alerta, sobre todo si en lontananza distinguimos la silueta de un solitario caballo al borde del agua.
Y lo cierto es que todavía en nuestros tiempos esta criatura de leyenda está presente en las mentes de los escoceses y así lo recuerdan en ubicaciones como la ciudad de Falkirk, en donde se halla un conjunto escultórico famoso ya en todo el mundo y punto de atracción turística, como es el de sus impresionantes Kelpies.
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