El gato astilla
Hoy os quiero hablar de otro curioso habitante, según las leyendas de antaño, de las densas zonas profundas de los bosques norteamericanos, especialmente en las zonas de los grandes lagos por el Este y a lo largo de las Montañas Rocosas por el Oeste.
Pertenece a la familia de los felinos, aunque sus hábitos sean de lo más peculiares y sus actividades muy complicadas de documentar, aunque según los lugareños siempre se pueden sospechar a través de sus rastros. Me estoy refiriendo al conocido como “Gato Astilla”.
Según cuentan, es este un robusto felino con la cola corta como la de un lince y de un tamaño similar al de un puma, aunque de complexión más fuerte, con patas más cortas y cuerpo más macizo.
Pero su característica física más relevante la podemos encontrar en el hocico, que a diferencia del de cualquier otro felino, está, como si dijéramos, acorazado. En efecto parece que cuenta con un reforzamiento óseo especial y muy acusado en la nariz, que le otorga una gran fuerza y resistencia en esa parte de su anatomía, que presenta un aspecto como de cuña.
Y claro, ante esto no se puede evitar la pregunta… ¿Qué sentido tiene dicha nariz?
Pues bien, la repuesta es realmente sorprendente y resulta explicada por las costumbres del curioso animal.
Al parecer y en esto sí coincide con la mayoría de los felinos, el gato astilla es de hábitos nocturnos. Es en las oscuras noches cuando sale de cacería en busca de sus principales presas, que no son otras que los mapaches y las abejas, desde luego insólita combinación.
Pero más insólitos todavía son sus métodos de caza, de los que recibe su nombre de gato astilla. Aprovechando su olfato y su oído, el gato consigue detectar las madrigueras en el interior de los troncos de los árboles en las que se instalan para pasar la noche los mapaches o en las que las abejas establecen sus colmenas.
Cuando localiza alguna, trepa al árbol más próximo ayudado por sus potentes patas y garras y cuando está arriba, simplemente toma impulso y se lanza como si fuera un misil contra al árbol próximo impactando con su acorazada nariz contra la zona precisa que buscaba.
Generalmente consigue hacer trizas el tronco y abrir la madriguera, tomando por sorpresa al inocente mapache o a las desprevenidas abejas que se ocultaban allí.
Si por lo que fuera hubiera fallado y la madriguera estuviese vacía, simplemente buscará en otro árbol, repitiendo el proceso tantas veces fueran necesarias hasta encontrar algo que llevarse a la boca.
Este modo de actuar es el que produce que los leñadores y los habitantes de las zonas de distribución del peculiar gato encuentren frecuentemente árboles partidos o deteriorados, cuyos daños se atribuyen oficialmente a las tormentas y otros fenómenos meteorológicos, aunque ellos saben que hay otra causa posible.
Este animal está bastante arraigado en el saber popular de la zona y ya conocidos autores y recopiladores de fenómenos extraños como William T. Cox o Henry H. Trion, a los que ya he citado en otras ocasiones, recogen en sus escritos las andanzas de este esquivo felino. Curiosamente ambos le otorgan una clasificación taxonómica, aunque diferente según el autor, siendo “Arbordiffisus Felynx” para el primero y “Nasusossificatus Arbordemolieus” para el segundo.
Etiquetas: Criptozoología • Leyendas • Mamíferos
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