Dos hermanos separados
Hay ocasiones en las que se diría que el destino decide intervenir cuando las cosas no salen como en principio debieran haber salido.
Así sucede, por ejemplo, en el caso que os vengo a contar hoy en el que seguro acabaréis estando de acuerdo con mi primer párrafo.
Nuestros protagonistas son unos pequeños gatitos. Y esta es su historia, que se inició hace hace algún tiempo.
Debemos trasladarnos a Petaluma, una localidad de algo más de 60.000 habitantes perteneciente al condado de Sonora, en la parte Centro-Norte del Estado de California.
Allí existe un centro veterinario y de ayuda a los animales llamado “Petaluma Animal Services”, a cuyas instalaciones alguien llevó, a principios del otoño de 2014, una caja conteniendo cinco pequeños gatitos que habían encontrado en una zona de autocaravanas, aparentemente abandonados.
Se ocuparon de que pudieran salir adelante y cuando calcularon que los mininos habían superado ya los dos meses, se prepararon para conseguirles a cada uno de ellos una familia de adopción.
Curiosamente, el personal del centro había podido constatar que dos de los gatitos, de color anaranjado, parecían clones uno del otro y además eran los que más unidos se veían y pasaban más tiempo juntos, por eso desde el principio se dijeron que si tenían la oportunidad, iban a intentar que a ellos los adoptara la misma familia. Los llamaron “Ozzy” y “Butter”.
Como si fuera el guion de un cuento, lograron poner pronto en adopción a tres de los hermanos y al final quedaron los dos de los que hablaba.
Fue entonces cuando una residente local, Cathleen Cavin, acertó a pasar por el lugar junto a su hija de seis años, Cali, y al instante se enamoraron de los gatitos.
A ellas les parecía bien la idea de llevarse los dos, pero lamentablemente vivían de alquiler y las condiciones de su contrato les permitían tener únicamente un animal de compañía.
Finalmente tras mucho hablar entre todos, los responsables del centro decidieron que las mujeres iban a ser unas buenas adoptantes y prefirieron no privar de esa oportunidad a uno de los gatitos, aunque tuvieran que separarlos.
Y de esa forma Ozzy partió con Cathleen y Cali hacia su nuevo hogar, dejando sin embargo a un cabizbajo Butter.
La niña se volcó en darle todo su cariño al animal, pero notaba como si le faltara algo para que estuviera completamente feliz y ella creía saber qué era, por eso no paró de intentar que su madre pudiera convencer a su casero para que les permitiera coger un segundo animal y volver así a por el hermano de Ozzy.
Increíblemente, la madre lo consiguió y un par de semanas después regresaron al centro animal con la esperanza de que Butter siguiera allí. Sin embargo, al llegar les confirmaron que a los pocos días de haberse llevado ellas a Ozzy, otra persona se presentó en el refugio y adoptó al segundo gatito.
Intentaron localizar al adoptante, pero misteriosamente sus datos se habían traspapelado y no lograron hacerlo. Quedaron así en parte contentas por el hecho de que Butter también hubiera sido adoptado, pero por encima de todo tristes, por no haberse podido quedar con los dos hermanos y mantenerlos así unidos.
Cali siempre le hizo prometer a su madre que seguiría intentando llegar al misterioso adoptante para al menos saber que el otro gato estaba bien e incluso que se pudieran ver los dos en alguna ocasión.
Pero al final las semanas y luego los meses fueron pasando y aquello quedó como una ilusión. No obstante Ozzy crecía sano y rodeado de cariño con las dos mujeres, aunque siempre les quedó esa espinita y no terminaron de olvidar a Butter.
Pero lo que ambas estaban muy lejos de sospechar es que en alguna parte unos hilos se movían misteriosamente y nuevos acontecimientos iban dar tiempo más tarde un giro del todo inesperado a la historia.
A principios de 2015, Cathleen estaba atravesando un mal período afectivo y siguiendo el consejo de una amiga decidió inscribirse en una web de citas.
Al poco tiempo conoció a un hombre llamado Brian Herrera, con el que pareció congeniar bastante bien. Tras un tiempo decidieron conocerse en persona, pero circunstancias inesperadas les hicieron cancelar la cita cuando ya casi la tenían fijada.
Por unas cosas y otras, resultó que la relación se quedó un poco parada y los dos siguieron de alguna forma sus rumbos como antes de conocerse. Ella contactó con otras personas y llegó a quedar con algún otro hombre, pero sin llegar a nada permanente.
Sin embargo, cuando habían pasado ya diez meses de aquella cita frustrada, Cathleen y Brian volvieron a contactar casualmente y se dieron cuenta de que todavía seguía existiendo un muy buen “feeling” entre ellos, por lo que de una manera casi natural decidieron reorganizar aquella cita nunca realizada.
Y así el pasado 22 de junio de 2016, llegó por fin el día largamente esperado de conocerse en persona. Tras una agradable velada, Brian le pidió que le acompañara a su casa a tomar una última copa mientras charlaban un rato más. Cathleen aceptó.
Aunque desde luego, lo que en modo alguno podía sospechar es la sorpresa que se iba a llevar nada más entrar. Tan pronto entraron por la puerta, un afectuoso personaje se acercó a saludar a Brian.
Cathleen no daba crédito a sus ojos, porque allí delante restregándose contra Brian, ¡Estaba Ozzy!
Quizá había bebido más de la cuenta, pero no había errores, su gato estaba ahí mismo. Cuando el hombre vio su cara de sorpresa no pudo por menos de preguntar y entonces, cuando Cathleen sacó una foto de su cartera, el que se quedó con la boca abierta fue él.
Nerviosos e incrédulos comenzaron a contarse sus historias y no tardaron en atar cabos y se dieron cuenta de que por alucinante que pareciera, Cathleen había encontrado a Butter casi dos años después.
Ni que decir tiene que la sorpresa de ambos no fue nada comparada con la que se llevó Cali, su hija, cuando le llamaron para comunicarle la buena nueva.
No tardaron, por supuesto, en reunir de nuevo a los gatos y cualquier duda que les quedara se disipó entonces, pues ambos dieron de inmediato muestras de reconocerse a pesar del tiempo transcurrido y de nuevo se comportaron de una manera que inequívocamente demostraba su unión, tal como hacían en el pasado en aquel refugio.
Aquella increíble casualidad unió todavía más a la pareja y en poco tiempo tuvieron ya muy claro que querían compartir sus vidas.
Hoy en día Brian, Cathleen, Cali y Ruby, la hija que tenía Brian, viven juntos como familia junto a sus queridos Ozzy y Butter, como dan fe las fotos publicadas por ellos mismos en las redes, que ilustran esta entrada, sin olvidar nunca de qué manera tan increíble el destino, o dadle el nombre que más os guste, supo que esos dos gatos habían nacido para estar juntos y decidió echar una mano para que así fuera, dando lugar a la cadena de acontecimientos que lo hicieron posible.
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