Desde Australia
A pesar de encontrarse allá abajo en el mapa aparentemente tan aislada, lo cierto es que las particularidades de Australia son conocidas en prácticamente todo el mundo.
Una de las que sin duda más fama le han dado es su particular fauna con animales verdaderamente icónicos, que todos reconocemos sin dificultad.
¿Quién no está familiarizado con los inconfundibles canguros? ¿Quién no ha deseado alguna vez achuchar a un adorable koala?
Por encima de todo, la fauna australiana es diferencial, presentando características únicas y siempre ha dado motivos a los científicos para interesantes investigaciones.
Eso es lo que ha venido sucediendo en los últimos meses con otro curioso mamífero, algo menos conocido pero también único.
Resulta además que es el primo del simpático koala, pero a diferencia del segundo, de vida arborícola, este primero hace vida en el suelo. Me estoy refiriendo a esa curiosa bola de pelo que es el “wombat”.
Este pacífico herbívoro marsupial utiliza sus grandes uñas parecidas a las de nuestros tejones, junto con su especialmente aplanada y ancha frente, para excavar sus madrigueras en el suelo.
De hábitos principalmente nocturnos, presenta una cualidad sorprendente. Es el único mamífero cuyas deposiciones son ¡Cuadradas! Esta extraña singularidad ha intrigado durante años a los científicos, hasta que recientemente parece que han conseguido explicar las causas.
Un equipo del Instituto de Tecnología de la Universidad de Georgia, en los Estados Unidos, ha sido capaz de resolver el misterio.
Comenzaron a estudiar a conciencia, siguiendo conceptos de ingeniería mecánica, los tractos digestivos de algunos ejemplares muertos por atropellos, que les facilitaron para el estudio.
Haciendo comparaciones con la mucha más conocida fisiología de los cerdos y tras diversos experimentos, mediciones y cálculos, en resumen determinaron que la clave estaba en la increíble variación de elasticidad de sus intestinos a lo largo de su longitud, cambiando exponencialmente en el último 25% y dentro de eso, todavía más en el último 8%.
Eso posibilita que las heces acaben en la forma de cubos casi perfectos de unos 2 centímetros de lado. Para los wombats presenta una gran utilidad, ya que utilizan sus montañas de excrementos como señales territoriales y la forma cúbica de los mismos hace estas señales más resistentes y duraderas que si tuvieran la forma tradicional redondeada, que produciría que se desmoronasen y fueran menos visibles.
Para los investigadores no ha sido tampoco un descubrimiento menor puesto que esperan siente las bases para poder fabricar piezas a partir de sustancias blandas en lugar de moldearlas a la manera tradicional. De hecho acabaron presentando sus conclusiones en la reunión anual de los asociados de la División de Dinámica de Fluidos perteneciente a la Sociedad Estadounidense de Física.
Pero he querido traer aquí esta curiosidad científica por algo más, puesto que me da pie a aprovechar al peludo protagonista de la historia para contaros una interesante leyenda que explica algo de su morfología junto a la de otro singular miembro de la fauna australiana al que cité al principio. Nada menos que el famoso canguro.
Veréis. Cuentan los primitivos australianos que hace mucho, pero muchísimo tiempo, en los albores de la raza humana, habitaban juntos dos seres con forma homínida pero con espíritu animal.
Eran Warreen el wombat y Mirram el canguro. Ambos eran buenos amigos. El primero vivía en un chamizo construido por él mismo, mientras que el segundo prefería los espacios abiertos.
Todo iba bien hasta que una aciaga noche, una potente y desmesurada tormenta terminó por apagar la fogata con la que Mirram se protegía del frío de la noche. Aterido, se acercó al refugio de su amigo para que le dejara instalarse allí.
Sin embargo Warreen no se lo permitió, por mucho que insistió varias veces. Entonces algo saltó dentro de Mirran que no pudo reprimir sus ansias de venganza. Buscó en el terreno hasta que encontró una gran piedra con la que volvió al chamizo de Warreen.
Entonces, aprovechando que dormía, se acercó sigiloso y le golpeó con fuerza en la frente al tiempo que le maldecía, pidiendo que a partir de entonces Warreen y todos sus descendientes tuvieran para siempre la frente grande y plana en recuerdo de su egoísmo.
Aparentemente así quedó la cosa y Warreen pareció aceptar su castigo, pero en el fondo estaba tramando también su venganza. Y así, un día que Mirram estaba buscando alimento en la llanura, Warreen se acercó por detrás y le arrojó su lanza a la espalda mientras también musitaba su maldición, pidiendo que a partir de entonces ni Mirram ni sus descendientes tuvieran casa y siempre caminaran con una lanza en la espalda.
Con el paso del tiempo, ambos seres acabaron por animalizarse del todo, convirtiéndose en el wombat y el canguro actuales, pero sin dejar de llevar a cuestas el resultado de aquellas disputas.
Eso es lo que cuenta la leyenda y de esta forma explicaban los antiguos pobladores australianos que el wombat tenga esa particular frente desmesurada, plana y ancha y que, por otra parte, el canguro viva sobre el terreno sin hacer madriguera o refugio alguno y posea esa enorme y larga cola pegada a su espalda.
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