Es probable que algunos de vosotros, también probablemente en vuestra juventud, hayáis tenido la curiosidad de coger en vuestras manos alguna lagartija

Si lo lograsteis, tendríais muchas papeletas para haber observado un fenómeno fascinante, que entonces seguramente os parecería casi mágico.

Me refiero al momento en el que esa esquiva lagartija se desprendía de su cola y os dejaba con un palmo de narices o bien tan absortos en esa especie de gusano que se retorcía sin parar, que cuando volvisteis a mirar, el pequeño reptil había vuelto a desaparecer en cualquier hueco. Leer la entrada completa