En muchas ocasiones, el destino de uno o varias personas acaba estando en manos de algún animal y su intervención puede resultar decisiva para que las cosas terminen bien o no.

Por ejemplo, eso sucedió con unos pilotos ingleses un frío día de invierno, en plena Segunda Guerra Mundial.

El 23 de febrero de 1942 un avión bimotor Bristol Beaufort bombardero/torpedero, del ejército del aire británico (RAF), sobrevolaba las heladas aguas del Mar del Norte de regreso a su base. Leer la entrada completa